El verdadero trabajo:
“El trabajo es dignidad”. Se suele escuchar por ahí. Todos los
logros individuales se acceden siempre que uno trabaje para
alcanzarlos.
Todo el mundo, generalmente se considera apto para diferenciar entre
un trabajo y un juego. El trabajo supuestamente es productivo y el
juego es simplemente un divertimento.
Lamentablemente la gran mayoría de los trabajos del mundo moderno se
han convertido en un juego absolutamente irresponsable, e
ironicamente, aquellos trabajos verdaderamente productivos (aquellos
dentro del sector primario de nuestra actual economía) se han
convertido en los menos valorados o que menos redituables son, para
aquellos que los ejercen. La economía implemendada hoy en día es en
sí misma un juego irresponsable. El poder, los gobiernos, la
justicia, la economía, las instituciones. Todos ellos son juegos y
leyes creados por el hombre, de ideas subjetivas y parciales, que
jamás tendrán aceptación universal puesto que siempre tendrán
como meta, o bien regular las libertades y/u homogeneizar las
individualidades; y esto inevitablemente nos genera conflictos.
En el mundo de hoy, el trabajo ya poco tiene que ver con la fuerza
física o la verdadera productividad. Poco a poco herramientas
construidas por nosotros mismos nos han permitido empezar a
liberarnos de aquellas tareas que nos resultaban pesadas e incluso
nos fueron permitiendo hacer cosas que antes nos resultaban
imposibles. Y no sólo en el ámbito de las tareas que requerían
esfuerzos físicos, sino también máquinas que permiten cálculos
mas precisos a velocidades increibles, que evidentemente nos superan
en capacidad. Por lo tanto el trabajo y su conceptualización ha ido
cambiando con el tiempo.
Evidentemente para una sola persona, es imposible producir y trabajar
por cada cosa que uno quiere y necesita, de ahí que naturalmente uno
tenga que intercambiar su trabajo por algo que efectivamente le sirva
para obtener aquello que no le es posible individualmente. Así
entonces en el mundo de hoy, con cada trabajo uno obtiene cierto
valor (determinado por reglas artificiales y a veces arbitrarias,
creadas por el hombre) y con ese valor, uno tiene la posibilidad de
usarlo para satisfacer y alcanzar aquello que quiere y necesite.
Lamentablemente, la realidad nos muestra que este mecanismo no
funciona para todos, por la característica artificial y limitada de
las reglas que lo regulan, además de generar y perpetuar la
desigualdad y la estratificación social. Por lo tanto, como vimos
anteriormente, si algo no funciona para todos, inevitablemente nos
lleva a conflictos. Inclusive aquellos que tienen la suerte de lograr
acceder a lo que quieren, viven con miedo e inseguridad por los
conflictos que se generan al impedir el acceso a todos por igual.
Cometemos el error de creer que la única solución posible es
modificar o alterar ese sistema artificial, pero jamás lo ponemos en
duda, casi como si fuese una realidad inalterable, cuando simplemente
es algo creado por el hombre (y por visiones limitadas y parciales).
Entonces,
es hora de asumir las verdaderas responsabilidades, no la
responsabilidad de aceptar ciegamente las leyes y los juegos del
hombre. Venimos al mundo en un juego que nadie puede elegir, que es
el juego de la vida y estamos regidos por leyes que no nos pertenecen
y es nuestra responsabilidad de trabajar con ellas y asegurarnos que
todos puedan cumplirlas.
Las verdaderas leyes y derechos:
Generalmente hay una creencia generalizada que una sociedad que no
esté regulada por leyes creadas por el hombre nos llevaría al caos
total, a nuestra destrucción. Es cuánto menos curioso aceptar esa
creencia como verdad, cuando todas las criaturas sociales que no
tienen la capacidad de razonamiento para establecer leyes
artificiales, están siempre en un equilibrio que les permite su
supervivencia.
Nuestra biología nos impone límites inquebrantables a nuestra
libertad de elección. Cualquier decisión que vaya en contra de ella
nos puede dejar fuera de ella. Por suerte ese mismo sistema de leyes nos
provee un mecanismo de autopreservación que nos hace, generalmente,
elegir aceptar sus leyes. Es el juego primordial de cada individuo,
es el que nos permite ser parte de la vida y es nuestro fundamental
derecho. Y no sólo eso, debido a nuestra característica social, que
es una parte fundamental y necesaria en nuestra naturaleza, nos exige
no sólo respetar el juego del otro, sino que es nuestra
responsabilidad de asegurar que todos puedan jugarlo para asegurar
nuestra especie.
Quizás muchos podrían argumentar que no les
importa el resto, por lo que no es su responsabilidad.
Lamentablemente para aquel que saque esa conclusión, entonces
siempre se enfrentará a conflictos, a miedos, al peligro, a la
inseguridad que conlleva el no asumir esa responsabilidad y al
impedir que eso se lleve a cabo.
Muchos tienden a simplificar el comportamiento humano al reducirlo
unicamente al marco de nuestra supervivencia. Esto por supuesto
genera argumentos válidos para justificar la competencia y el
egoismo, algo denominado “La supervivencia del mas apto”. Esto
puede ser cierto, y en cierta medida todos los tenemos en distintos
grados, pero también hay muchísimas otras fuerzas que actúan en
nuestro comportamiento, como por ejemplo la empatía o el afecto.
Somos seres sociales, no creo que hoy alguien discuta este concepto,
por lo tanto, no podemos ni debemos dejar de lado el análisis de la
humanidad como un todo. La competencia en una especie está ligada a
la supervivencia y es un mecanismo natural de regulación: si existe
escasez aumenta, si existe abundancia se reduce. Asumir que es algo
rígido e inalterable es erróneo y perjudicial. Nuestra especie
llegó a un punto en el que ya no necesitaría competir para
sobrevivir. Cualquiera que se ponga a investigar minimamente los
logros científicos de los ultimos tiempos, se daría cuenta que
tenemos la capacidad de generar abundancia para toda la humanidad,
pero que no se lleva a cabo por el mismo y perjudicial sistema
artificial que hemos creado para regularnos y controlarnos. Debemos
dejar de una vez y para siempre la competencia para los juegos
artificiales, nadie debería negarla ni controlarla, pero esos juegos
no deben (ni pueden) perjudicar a otros. Juegos donde se pueda
participar por verdadera elección y no por obligación o necesidad.
Es absolutamente irreponsable y perjudicial seguir pensando que sólo
necesitamos competir. Trabajemos entonces, en generar la abundancia
que ya es posible con nuestras herramientas, nuestros recursos y
nuestro conocimiento.
Si todos reconocemos que tenemos derechos y leyes que nos rigen que
están dados por la naturaleza, hay que dejar de ser irresponsables y
comenzar a cumplirlas. Aceptando y fomentando leyes y juegos
artificiales que marginan, que generan conflicto, injusticia,
corrupción, caos, guerras, violencia, destrucción ambiental y un
sin fin de atrocidades, la realidad nos muestra que con estos
sistemas jamás lograremos solucionar sostenidamente las problemáticas a las que
nos enfrentamos.
Observemos cualquier sistema de la naturaleza que no haya estado
perjudicado por la acción del hombre. Nadie puede negar el balance y
el equilibrio al que están sugetos. Definitivamente algo pasa con el
ser humano, porque esto evidentemente no se cumple. ¿No será
justamente, ese afán por querer controlar y definir leyes
artificiales, las causas de todo el caos al que nos vemos inmersos,
lo que lo genera?. Después de todo, pese al que le pese, el ser
humano es naturaleza, estamos inmersos en ella, nos valemos de ella y
nos regimos con las mismas reglas.
No existen soluciones posibles, desde ningún punto de vista, que
conspiren con estas leyes tanto medioambientales como las leyes
biológicas individuales.
Generalmente todo adulto reconoce que llega un momento que debe asumir
responsabilidades para poder construir la vida que desea. Entonces,
basta de ser irresponsables, de jugar a los jueguitos y comencemos a
trabajar de una vez
Seguimos menospreciando a la raza humana asumiendo que lo único que nos
permite avanzar, que nos motiva, son sistemas artificiales de premio
y castigo. Extrañamente las mas maravillosas expresiones, los
mayores avances, los ejemplos mas inspiradores y maravillosos que se
han producido, no tienen absolutamente nada que ver con este sistema,
puede que ahora se hayan fundido dentro de este sistema, pero no es
el verdadero motor. Podríamos nombrar muchísimas personas que han
aportado valiosísimas contribuciones a la humanidad y que vivieron
en condiciones precarias, subsistiendo, sin mayor premio mas que el
aporte en sí. Si este sistema fuese verdaderamente universal no
existiría por ejemplo el Open Source o cualquier otro proyecto que
se ha desarrollado y se desarrolla con fines desinteresados, sólo
por el hecho de aportar, de compartir, de ayudar o simplemente de
disfrutar de nuestras capacidades. En todo caso, aquel que unicamente
se sienta motivado por estos juegos de premios y castigos, que siga
jugando, pero no se concibe que pueda impedir a la gente que quiere
trabajar en serio.
Los sistemas de premio y castigo creados por el hombre son simples
jueguitos, nada más. En todo caso, en el juego de la vida, el único
premio es la vida plena, la felicidad y el único castigo es no poder
perseguirla. Sentemos las bases para que verdaderamente todos
tengamos la libertad y la capacidad de perseguirla, ese es nuestro
verdadero trabajo. Dejemos de obligar a la mayoría a jugar a juegos
imperfectos y arbitrarios donde su vida depende de ellos, aseguremos
la libertad de que cada uno pueda elejir su juego.
Otro concepto absolutamente arraigado es el concepto del mal. Casi todo el
mundo asume que siempre van a existir personas malas, el malvado
hombre es inevitable, dicen. Esto quizás puede ser cierto, aunque
definitivamente si observamos la naturaleza y los organismos que
están en ellas, sin contar al hombre, ese concepto se desvanece.
Creer que el mal tiene algo así como identidad propia, es ignorar cómo
ese concepto ha cambiado a lo largo de nuestra historia. Prácticas
que hoy nos parecen atroces y absolutamente malvadas, tiempo atrás
se consideraban normales, buenas y hasta se promovían.
Hay una hipocrecía generalizada que es absolutamente increible en el
mundo de hoy. Generalmente la gran mayoría considera que matar es
malo, pero permitimos guerras, permitimos y sostenemos sistemas que
promueven desigualdades que generan violencia y muerte. Si todos
asumen que matar es malo, entonces no se concibe bajo ningún
pretexto el desarrollo de armas, máquinas de matar. Claro que si
seguimos sosteniendo sistemas cada vez mas desiguales, cada vez mas
restrictivos, mas arbitrarios, la única respuesta es más violencia
y más muerte.¿Quieren violencia, quieren muerte? Desarrollemos
juegos absolutamente inmersivos y realistas que satisfagan esa
supuesta necesidad, si fuese cierto, pero es imperioso que entendamos
que ir contra la naturaleza es ir en contra de las verdaderas leyes y
derechos que es necesario que comencemos a cumplirlas.
Todos los comportamientos aberrantes que vemos todos los días, son
generados o bien por el contexto, la educación, las experiencias
vividas; o bien por una cuestión médica. Pero absolutamente todos
aprobamos el condenarlos, a quitarlos del sistema. Creemos que es más
fácil echarle la culpa a la realidad del que llevó a cabo el hecho,
que a condenar al inculpado. ¿Es realmente más fácil
responsabilizar al contexto, a su realidad; en vez de responsabilizar
al culpable? Condenarlos significa unicamente analizar y estudiar el
hecho que se llevó a cabo, nada más que eso. En cambio poner en
estudio y análisis el contexto, sus experiencias, su realidad, su
educación, etc. requiere un estudio mucho mas profundo y que pone en juego
no sólo al que llevó a cabo esa conducta aberrante, sino a todo el
sistema que todos apoyamos a sostener, que tomamos como verdad
inalterable. Somos todos en cierta medida cómplices, al menos
cómplices indirectos y mayormente inconcientes. Trabajar para
reducir los comportamientos aberrantes que se generan, no se trata de
escribir leyes artificiales cada vez mas privativas, duras y severas
que castigan unicamente al responsable. Esto jamás nos trajo ni nos
traerá soluciones, son sólo parches temporales, no hacen
absolutamente nada por evitarlas. La mayoría de los psiquiátras que
se han detenido a estudiar a las personas mas violentas, atroces y
sádicas, interesándose por investigar sus vidas, descubren que
usualmente tienen experiencias que sobrepasan el sadismo, la
perversión y la violencia que ellos han generado. ¿Cómo
pretendemos que alguien valore la vida de los demás si el mundo está
lleno de ejemplos dónde la vida carece de sentido? ¿Donde ni siquiera
aquellos que supuestamente tienen la responsabilidad de asegurarse
que eso suceda se preocupan por esto, justificando guerras, violencia
y muerte. En todo caso, si descubrimos verdaderamente que existen
comportamientos aberrantes sin justificación (cosa que con los
sistemas artificiales y contexto actual es imposible), simplemente
serían problemas médicos a resolver, no legales, ni éticos, ni
morales.
La verdadera libertad:
Isaiah Berlín, un pensador liberal, allá por el año 1958 publicó uno de
sus artículos más influyentes. En ese artículo él exponía dos
conceptos de libertad que obviamente están estrechamente vinculados:
la “Libertad positiva” y “La libertad negativa”. Para resumir
muy brevemente, la Libertad positiva es “lo que se puede hacer” y
la Libertad negativa todo “lo que quiero hacer”. Lamentablemente,
esos conceptos siempre se han utilizado dentro de las estructuras ya
establecidas (artificiales, parciales, subjetivas, ideológicas y,
sobre todo, imperfectas).
La Libertad positiva para funcionar, presupone uniformidad de todos y
cada uno de los integrantes de una sociedad, para que acepten los
límites de esa libertad. El patriotismo, las leyes del hombre, el
fanatismo, valores morales, las instituciones religiosas etc. son las
únicas herramientas que el hombre ha utilizado para intentar
unificar e igualar a los seres humanos, y así, justamente establecer
los límites de esa libertad (que como vimos jamás funcionarán por
ser justamente idealistas y utópicos, puesto que es imposible
conseguir uniformidad en toda la raza humana e inevitablemente nos
conduce a los conflictos). Generalmente es la que ha justificado
régimenes sumamente represores y autoritarios y es la que ha
desencadenado revoluciones sangrientas y violentas.
La libertad negativa es la fuerza motora mas fuerte del ser humano e
imposible de controlar completamente, es aquella que suele cuestionar
y reaccionar ante la Libertad positiva. Es la que se utiliza como
excusa y justificación para la violencia, el egoismo, la
competencia, la guerra. Justamente este concepto es el que se ha
implementado en la economía (la economía de libre mercado) y de ahí
su amplia aceptación y popularidad. Pero que justamente al estar
estrechamente ligada a las reglas y leyes artificiales (por ende
dentro de una Libertad positiva artificial), generan caos,
desigualdad y corrupción desenfrenada; lo que lleva inevitablemente
a reducir, controlar, regular, y reprimir cada vez más la libertad
negativa; llevándonos irremediablemente a una Libertad positiva
estrecha, pequeña y sumamente limitada que conlleva siempre al
conflicto. A esto hay que sumarle el conflicto que genera que estas
libertades no son iguales para todos debido a la estratificación de
la sociedad (promovida una vez más por las leyes del hombre), por lo
que inevitablemente también nos traen conflicto tanto para los
beneficiados, como para los desfavorecidos.
Ahora bien, este camino sin salida, esta supuesta paradoja que parece no
tener solución, pocas veces se ha analizado seriamente.
Ambos conceptos de libertad tienen límites que nadie ha impuesto, son los
límites de las leyes naturales. La libertad positiva tiene relación
con el entorno, lo que nos sustenta, a lo que podemos tener acceso y
la libertad negativa simplemente se tiene que poner en sintonía con
la libertad positiva, por ende, con las leyes naturales. Si para una
persona, su libertad incluye la competencia, si es un deseo
incontrolable, entonces construyamos juegos que den esa posibilidad,
pero que sea una elección, no una obligación, que no dependa la
vida de ellos (de uno, de pocos, de muchos o de todos).
Encaminémonos para asegurar la vida, el acceso a las necesidades y
los deseos de todos. Si hacemos esto, los conflictos se transforman
en diversión, en algo sumamente positivo, como exactamente hacen los
deportistas.
Tenemos una herramienta maravillosa para aumentar la libertad positiva a
niveles que ni siquiera nos imaginamos, que no controla, sino que nos
expande los límites, que no nos obliga, sino que nos da la libertad
de elegir verdaderamente, que no nos conduce, sino que nos da
opciones. Esto no es ni mas ni menos que la tecnología. La ciencia
aplicada (que es la manera de usar las leyes naturales de la manera
mas efectiva, práctica y beneficiosa posible) nos expanden nuestras
libertades. Incluso aquellos que rehusan de la tecnología, que no la
quieren, tienen la opción de hacerlo, no existe la obligación en la
tecnología, sólo opciones. La tecnología no tiene identidad
propia, no tiene ideologías, no tiene preferencias, ni compite, ni
controla, ni destruye. El hombre es el que destruye, controla,
compite, usando la tecnología. Es el que la limita por los intereses
dados en estructuras ficticias y arbitrárias.
Un político, una empresa, una corporación, un gobierno, hoy puede
decidir qué se contruye y qué no, pero definitivamente ninguno de
aquellos que toman las decisiones (con apoyo de la mayoría o sin él)
saben realmente cómo construirlo, de que manera es la mas eficiente
y generalmente sólo la construyen para que estén disponibles para
algunos, no para todos.
Si existe una manera mas eficiente, mas duradera, de contruir un sistema
de purificación de agua no existe ninguna desición para tomar,
todos estarían contentos de tener acceso a ella, o en ultima
instancia, de poder acceder a ella si quieren. Entonces, tener
intermediarios entre la tecnología que nos hace nuestra vida mejor,
mas libre, mas sana, es absolutamente innecesario y terriblemente
perjudicial.
La creencia nosciva de asumir que la tecnología nos deshumaniza no
tiene fundamentos desde ninguna perspectiva. O mínimamente es un
argumento hipócrita, puesto que en la actualidad todos disfrutan de
sus celulares, del agua potable que circula por sus casas, de la
enegría eléctrica, del televisor, y de miles de objetos
tecnológicos. La deshumanización es lo que vivimos hoy en día, el
caos que generan las leyes arbitrarias, parciales, injustas,
limitadas. Basta con mirar cualquier noticiero con cualquier
orientación ideológica para evidenciarlo. La educación de hoy en día es la herramienta mas deshumanizadora que existe, nos enseñan a ser autómatas durante toda nuestra vida, nos dedicamos a tareas repetitivas para intentar subsistir, tareas que fácilmente se sustituyen con tecnologías que permiten mas eficiencia y mejores resultados. El uso de la tecnología
no es una obligación, es una opción. Es la fuerza y la herramienta
mas liberadora que tenemos. Es la que nos permite lentamente acceder
y a cumplir nuestros sueños.
Mas maravilloso aún, es el hecho de que la tecnología y la ciencia
aplicada detrás de ella no es perfecta, lejos está de serlo; pero
se reconoce así misma como imperfecta y constantemente se la mejora,
se expande, evoluciona y no tiene nada que ver con las ideologías y
creencias de los seres humanos, por lo que no va en contra de nadie.
En todo caso, todo avance tecnológico que conspire contra una
creencia, simplemente constituye una opción más, no una obligación.
Es nuestro trabajo y nuestra obligación que las opciones estén
disponibles para todos, que todos puedan verdaderamente elegir
utilizarla o no, que no se le limite o restrinja el acceso a nadie de
ninguna manera.
La verdadera economía:
Desde el inicio de la era espacial hemos tenido la posibilidad de
contemplar y admirar esa bola azul que nos sostiene. Ese pedazo de
roca suspendido en el espacio es lo unico que nos mantiene, que nos
sustenta, que posibilita nuestra existencia.
Tenemos una cantidad ya determinada de recursos para sustentarnos, un
catálogo finito de materiales. Pese al que le pese, las leyes que
regulan este hogar global existen y están en un frágil equilibrio.
Es imperioso y fundamental que comencemos a respetarlas si no
queremos que los problemas y las consecuencias de nuestra
irresponsabilidad lleguen a un punto en que nos sea imposible
revertirlas. Muchos pueden llegar a negar la existencia de dichas
consecuencias, pero las evidencias están ahí para cualquiera que se
moleste en analizarlas. Todos los organismos, forman parte de ese
equilibrio, no estamos solos en nuestro planeta y no sólo eso,
dependemos de todos los demás organismos para que nosotros podamos
seguir existiendo, puesto que formamos parte de ese equilibrio.
Esta conclusión no es una creencia o visión hippie, new age, ecologista
o de cualquier manera que quieran catalogarla, es una realidad
demostrada por gente muchísimo más capacitada que cualquiera que le
ponga etiqueta o la cuestione. Y como hemos visto, pueden
tranquilamente seguir etiquetando las cosas como quieran, pero eso no
modifica absolutamente nada, “la realidad es”, después le
podemos dar el valor y la etiqueta que queramos, pero eso por sí
solo, no hace absolutamente nada por la realidad y las leyes que la
gobiernan.
No es posible seguir sosteniendo, propiciando y alimentando una economía
artificial y ficticia que va en contra de esto. Es una
irresponsabilidad que nos afecta a todos, incluso a aquellos con
mayor poder dentro de este juego artificial. Tarde o temprano, a
todos nos va a golpear en la cara las consecuencias y no habrá
ningún poderoso multimillonario, ningún gobierno o país super
poderoso, ni siquiera toda la humindad por fin unida, absolutamente
nadie, que pueda revertirlo cuando eso finalmente pase.
El punto de no retorno, ampliamente estudiado por prestigiosos
científicos, está cada vez mas cerca. Por más que muchos lo
nieguen, e incluso si estos estudios llegasen a ser falsos, no
tardaremos en alcanzarlo si seguimos sosteniendo y propiciando estos
juegos irresponsables. No es una idea fatalista, ni nada parecido: es
investigación. En todo caso, aquellos que se rían de esta
posibilidad, que aseguren que esto no es así, en vez de hablar y
cuestionar estos datos, podrían dedicarse a aprender, a conocer,
investigar y estudiar las leyes que regulan la biomasa y los
ecosistemas para poder mostrar evidencias que lo desmientan. Sin eso,
lamentablemente para ellos, deben asumir lo que otros expertos dicen
o correrse a un costado, seguir jugando a los jueguitos y dejar
trabajar a la gente verdaderamente responsable
Una economía verdaderamente sustentable no puede estar ajena y ciega a
esta realidad. Los límites económicos ya están dados y lo único
que nos permite ampliarlos son las tecnologías. Pero la tecnología
usada inteligentemente, responsablemente, considerando el impacto que
genera en este equilibrio frágil, esforzándose por evitarlo sin
restricciones y no porque sirvan a intereses que están dados
unicamente en estos juegos tan irresponsables que hemos creado.
Sigamos jugando si ese es el deseo, pero mientras tanto, dejemosle
lugar a la gente que tenga verdaderamente las herramientas para
trabajar.
Hoy por hoy (no mañana, ni en un futuro cercano, sino exactamente hoy)
si no hubiese absolutamente ningún impedimento monetario y si esto
no fuese un verdadero problema dentro de este sistema artificial; no
existiría ninguna fábrica que no esté absolutamente automatizada,
produciendo las 24 horas del día, los 365 días del año. Todos los
trabajos de extracción de recursos y producción de artículos e
incluso muchísimos otros, hoy podrían estar absolutamente
automatizados practicamente sin intervención humana, salvo para
tareas de inspección. Y aunque esto todavía no se implemente por
ser tecnologías, todavía, monetariamente restrictivas; el mismo
sistema fallido promueve y lleva inexorablemente a que vaya
sucediendo cada vez con mayor velocidad. El famoso desempleo
tecnológico.
No existe solución dentro de este sistema. Ningún parche, ninguna
modificación a estas reglas puede solucionar verdaderamente y
sostenidamente todos y cada uno de los problemas que surgen a partir
de este sistema. Se podrán establecer leyes más severas y
restrictivas medioambientales, leyes antimonopolios, o todas las
leyes que se les ocurran para intentar regularlo, pero el mismo
sistema de premios y castigos generará siempre corrupción, siempre
conflicto, siempre competencia y siempre la necesidad de obtener el
mayor beneficio a cualquier precio. Pero no hay que confundirse, no
importa cuán “malas” sean las personas que controlan esta
economía artificial, que inmorales, que despreciables, o todas las
etiquetas que le quieran poner. Ellos están en un juego y buscan ser
los mejores. Y dado que ganar o ser mejor en este juego, justamente
te permite mayor libertad tanto positiva como negativa, es una
respuesta razonable y natural para ellos. Lamentablemente todos
asumimos que ese juego es el unico posible, cosa que es una falacia
tan popularizada que está asumida como verdad incuestionable.
Sustituir el trabajo por tecnología es inevitable. La tecnología tiene la
capacidad de ofrecer muchísima mas eficiencia, mas velocidad, mas
fuerza, mas precisión que cualquier ser humano. No necesita
descansar, no necesita dormir, no exige beneficios, no se queja. Hay
un concepto equivocado de que la tecnología nos esclaviza, que vamos
a terminar esclavos de nuestra tecnología. Esos conceptos de
ciencia-ficción infundamentados que muchos temen y que tan lejos
están de la realidad (y una realidad que nadie ha comprobado). Es
justamente lo contrario, es nuestro único y verdadero esclavo.
Nosotros ordenamos lo que tienen que hacer y nos liberan de hacerlo.
Hacen todo lo que nosotros no queremos hacer, lo que nos resulta mas
pesado, mas repetitivo, mas tedioso, mas dificil; y por si esto fuera
poco, nos da la posibilidad de utilizarla o no, cuando queremos. La
calculadora no nos impidió que aprendiésemos matemáticas, el
celular de hablar personalmente con alguien, el auto de caminar, etc.
Nos ofrece alternativas, nos simplifican aquello que nos resulta
forzoso o innecesario y nos expanden nuestra libertad positiva y
negativa.
Es hora de verdaderamente comenzar a utilizar la palabra “economía”,
optimizar los procesos, utilizar la tecnología eficientemente,
fabricar de manera que el desperdicio sea el mínimo posible, de que
todo desperdicio o bien pueda reciclarse o bien se procese para
evitar la contaminación. Es la única manera de hacer economía, no
hay distintas visiones u otros sistemas ficticios y arbitrarios que
no son mas que jueguitos que ponen en riesgo la vida de nosotros y de
todo el ecosistema. La disponibilidad y las existencias de los
recursos están ahí. Las técnicas y las tecnologías ya existen. Es
hora de ponerse a trabajar en serio.
Los problemas para que toda la gente tenga acceso a todo lo que quiere y
necesita no son políticos, no son ideológicos, son técnicos. No
hay que esperar a decisiones arbitrarias, hay que trabajar y
solucionar los problemas, para que todos puedan acceder y elegir.
Las infraestructuras, las rutas de distribución, las redes eléctricas,
de agua potable. Todo es técnico.
La única decisión como humanidad que tenemos que tomar, simplemente es
querer comenzar a solucionar verdaderamente los problemas. No hay
siete mil millones de maneras de solucionarlos, hay una sola y esa
siempre es “la mejor manera”. Todos los problemas técnicos se
deben encarar en estudios interdisciplinarios y holísticos, es
irresponsable simplemente tapar agujeros. Hay que comenzar desde la
raiz de los problemas, así eventualmente, iremos solucionando todos
y cada de los problemas a los que todos y cada uno nos enfrentamos.
Hagamos estudios globales que determinen la mejor manera que esto sea
posible y hagamos sondeos individuales para entender que es lo que
cada uno necesita.
No es magia y definitivamente no es de un día para el otro. Es una
responsabilidad y un trabajo que es posible. Tomemos la situación
actual como piso para así asegurarnos que nadie pierda nada en el
proceso, respetemos los niveles de vida individuales para asegurarnos
que no exista el conflicto y que nadie tenga miedo a perder.
Dejemos los debates filosóficos, ideológicos, políticos, religiosos para
el marco del intelecto. Sigamos fomentando, si quieren, esos
pensamientos e incluso usémoslos para proponer ideas (de manera
abierta para que puedan ser estudiados por los expertos), pero dejen
trabajar a los saben resolver problemas y aseguremos que tengan
acceso a las herramientas y a los recursos necesarios, que nada
tienen que ver con recursos monetarios o con los juegos del hombre.
No hay una manera comunista de construir un avión, no hay una manera
democrática de edificar una casa. Hay técnica y ciencia aplicada.
Usemos como ejemplo los proyectos de Open Source, donde todos los expertos
que quieran estudiar y comprobar las soluciones tengan la capacidad
de hacerlo, e inclusive que cualquier ciudadano pueda verlo. Seamos
transparentes y responsables de una vez por todas. La humanidad tiene
que madurar si queremos seguir existiendo.