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viernes, 22 de junio de 2012

La teoría del no conflicto



Toda la vida sobre la tierra está en cierta medida involucrada en situaciones adversas de distinta índole. Las inclemencias de la naturaleza, las catástrofes naturales, la lucha por la supervivencia, etc. El ser humano, obviamente no es la excepción a esta regla, pero incluso estas situaciones en las que inevitablemente está inmerso, aumentan y se complican de manera exponencial cuando contemplamos que el ser humano tiene una visión y percepción del mundo que es única para cada individuo. Hay tantas verdades como personas hay en el mundo, por lo que cualquier tarea por evitar o solucionar los problemas, parecería imposible ya que debemos sumarles los conflictos que estas percepciones generan entre la humanidad. Los conflictos son exclusividad del ser humano y están directamente relacionados con la subjetividad y las percepciones individuales, con sus deseos, con sus principios, con sus objetivos, con sus realidades.

Es evidente que el ser humano está en conflicto constante desde siempre. Ahora, realmente considerar que esa característica es insuperable (con las consecuencias que esto trae en perder las esperanzas y la fé en el hombre, impidiendo o limitando nuestra capacidad para desarrollar verdaderas y duraderas soluciones a esos conflictos) es otra de las falacias en las que estamos inmersos, aunque nuestro conocimiento empírico nos parezca indicar lo contrario.
Los conflictos del hombre son evidentemente problemas y los problemas, no necesariamente conflictos.
Descartando entonces todos aquellos problemas que no generan conflicto, ya que serían aquellos que nadie evitaría solucionar, detengamonos un momento en los conflictos propiamente dichos, que evidentemente existen.

Podríamos diferenciar tres grandes conjuntos de conflictos en el ser humano, que están absolutamente relacionados entre sí: El “conflicto del hombre con el entorno”, “el conflicto del hombre con el hombre” y “el conflicto interno”.

Nuestro conflicto con el entorno:
Las leyes naturales, tengamos conciencia de ellas o no, existen mas allá de nosotros y son universales. Podemos darle el valor y el significado que queramos (de hecho, es algo que hace el ser humano constantemente y se relaciona con la percepción que cada individuo tiene del mundo), pero son leyes que están dadas y que de ellas depende el funcionamiento de los organismos y la naturaleza, no tiene importancia el valor que éstas tengan para un individuo, las leyes existen.
La universalidad de estas leyes, las conozcamos o no, son exactamente las mismas para cada ser humano, de ahí obviamente el carácter universal de esas leyes. Nos guste o no, estamos todos sujetos a esas leyes.

El conflicto con el entorno natural en realidad no existe, puesto que, debido al carácter universal de las leyes naturales que en verdad lo rigen, serían unicamente problemáticas a resolver que son comunes a todos los seres humanos y no conflictos. El conflicto comienza a aparecer en la medida que el entorno se empieza a mezclar con las leyes y las estructuras que el ser humano ha creado. Desde luego, al ser seres sociales, hemos necesitado a lo largo de la historia, elementos que regulen los comportamientos para intentar lograr cierta convivencia, pero estos, a diferencia de las leyes naturales, son estructuras artificiales que han cambiado a lo largo de toda la historia de la humanidad y, sobre todo, debido a su carácter artificial, indefectiblemente en algún momento entran en conflicto con las necesidades, los intereses, deseos o libertades de otros. Uno de los mayores errores que se cometen al intentar solucionar dichas leyes y estructuras creadas por el hombre, está en analizar su funcionalidad de acuerdo a la percepción que tiene la mayoría sobre ellas (esto desde luego, en el mejor de los casos), ya que inevitablemente se cae en una falacia: el argumentum ad populum. Como no pueden ser universales ya que siempre parten de percepciones limitadas y subjetivas, éstas siempre generan, han generado y generarán conflictos.

Entonces, y puesto que el verdadero conflicto que se genera entonces con el entorno, está generado en realidad por el conflicto con el hombre (o sus leyes y estructuras, pero que han surgido de la creación del hombre) y no con el entorno natural y las leyes que lo rigen (ya que estas como vimos son comunes a todos los seres humanos), el conflicto con el entorno no existe, sólo son problemas que todos necesitamos solucionar. El conflicto entonces, parecería ser generado desde nuestro segundo punto de análisis.

Nuestro conflicto con el hombre:
La humanidad, es una suma de individuos y el conflicto parecería inevitable. Uno de los mayores problemas para intentar solucionar los conflictos que generan las individualidades (donde también entra la libertad de pensamiento y la libertad de acción) es que usualmente no se hace otra cosa mas que atacarlas; obligando o forzando conductas para unificar la manera que cada uno tiene de ver al mundo y para regular su comportamiento. Y esto no sólo no nos lleva a ninguna solución definitiva y sostenida, sino que es la peor y mas perjudicial manera de encararlo. La individualidad es nuestra identificación, nuestra distinción; es tan importante como las huellas digitales o nuestro genoma, lo que nos hace únicos; es un derecho fundamental, tanto como el derecho que tenemos todos a la vida y por sobre todas las cosas es una necesidad imprescindible. Lamentablemente hemos transformado casi todas nuestras relaciones interpersonales (sobre todo con aquellas personas que no tenemos posibilidad de comprender porque ignoramos su contexto, sus conflictos, sus experiencias; y mas triste aún, mayormente ni nos interesa comprenderlas) en una especie de juego, un juego en el que cada uno asume su visión como cierta. Es una especie de pulseada intelectual donde queremos demostrar al otro cuán fuerte somos. Esto está agravado, para colmo, porque generalmente uno se cree con derecho de juzgar y condenar al otro. Pero juzgar a otra persona desde la realidad de que cada uno tiene una visión parcial y limitada del mundo sin preocuparse por entender el contexto y la realidad a la que el otro está inmerso, es un grave síntoma de una de las mayores enfermedades de la historia de la humanidad.

Cualquiera que intente imponer su visión o su percepción del mundo frente a otros, sea de la manera que sea, generará tarde o temprano conflictos.
Existen hoy, quizás muchísimas maneras de imponer idiologías, de convencimiento, de manipulación; algunas mas evidentes que otras. Pero no existe absolutamente ninguna manera de conseguir homogeneidad en la raza humana desde visiones subjetivas. Cualquier intento por subyugar, controlar, manipular, puede que sea efectivo un tiempo, pero nunca lo será indefinidamente y desde luego, nunca lo será para todo el mundo. La individualidad son leyes que construye cada uno, es algo que forma parte de nosotros y de nuestra naturaleza, es el universo individual al que jamás nadie puede acceder si no queremos permitirlo.

Entonces el problema del conflicto con el hombre está dado simplemente por la manera que tenemos de relacionarnos con otros, pero no es un conflicto en sí mismo porque todos necesitamos y tenemos derecho a todo lo que necesitamos y podemos obtener, a nuestra individualidad y a nuestra libertad. Si todos queremos y debemos obtener lo mismo, no existe absolutamente ningún conflicto, son solamente problemáticas a resolver.

Podríamos pensar entonces que el conflicto viene dado por el miedo a perder la integridad, a perder el estátus, a perder los logros obtenidos, o cualquier conflicto interno que se pueda alimentar o generar de sus relaciones con los demás individuos. Esto entonces nos lleva a nuestro tercer punto.

El conflicto interno:
Como vimos, existen siete mil millones de individuos en el planeta. Siete mil millones de formas de ver el mundo. Cada uno con sus deseos, aspiraciones, necesidades, metas, creencias, ideologías, valores, conocimientos y un sin fin de etcéteras...
El conflicto interno está dado cuando la realidad en la que estamos inmersos nos impiden o van en contra de todas esas cosas que cada uno quiere y necesita. Pero no es un conflicto entre uno mismo, sino que está relacionado con el entorno (repleto de leyes artificiales y arbitrárias) y las relaciones con las demás personas. Mientras uno tenga la posibilidad de cubrir y obtener todas esas cosas que necesita para alimentar su individualismo, si tiene la libertad de poder acceder a ellas, si no necesita ir en contra de nadie para obtenerlas, el conflicto jamás aparece.

Un poderoso multimillonario no consideraría nunca el apoyar un cambio que él cree afectaría su posición, pero no es mas que el miedo a perder. Lo mismo un político o cualquiera que goze con ciertos privilegios dentro de la estructura social establecida. Pero esto es normal y natural, no tiene nada que ver con el valor que otros le puedan dar o el juicio que cada uno haga sobre eso, nadie quiere perder lo que ha ganado. A un deportista acostumbrado a competir, nunca le gusta perder, podrá aprender a perderle el miedo, pero jamás le va a resultar reconfortante, por lo tanto también es algo que compartimos todos los seres humanos y esto entonces no es un conflicto.
A fin de cuenta, los miedos no son mas que conflictos generados por la relación y percepción que tenemos también del entorno, de nuestra relación con él y con los que están en él. Si todos tuviesen la oportunidad de no perder absolutamente nada, el conflicto no existiría.

Conclusion:
Seguir perdiendo el tiempo en analizar o atacar ideologías, puntos de vista o mismo las estructuras que actualmente nos regulan que todas son visiones limitadas, artificiales y subjetivas no nos lleva a ningún lado. Es hora de comenzar a solucionar los verdaderos problemas y no a intentar tapar o emparchar estas leyes artificiales que inevitablemente nos conducen a los conflictos.
Si por una vez nos olvidásemos de los conflictos y realmente trabajáramos en la solución de los verdaderos problemas de la humanidad, desde una visión global y unificadora, atendiendo las necesidades y deseos individuales, lentamente se construiría un mundo donde todos ganen y nadie pierda.

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