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martes, 3 de julio de 2012

La verdadera sociedad



El verdadero trabajo:

“El trabajo es dignidad”. Se suele escuchar por ahí. Todos los logros individuales se acceden siempre que uno trabaje para alcanzarlos.
Todo el mundo, generalmente se considera apto para diferenciar entre un trabajo y un juego. El trabajo supuestamente es productivo y el juego es simplemente un divertimento.
Lamentablemente la gran mayoría de los trabajos del mundo moderno se han convertido en un juego absolutamente irresponsable, e ironicamente, aquellos trabajos verdaderamente productivos (aquellos dentro del sector primario de nuestra actual economía) se han convertido en los menos valorados o que menos redituables son, para aquellos que los ejercen. La economía implemendada hoy en día es en sí misma un juego irresponsable. El poder, los gobiernos, la justicia, la economía, las instituciones. Todos ellos son juegos y leyes creados por el hombre, de ideas subjetivas y parciales, que jamás tendrán aceptación universal puesto que siempre tendrán como meta, o bien regular las libertades y/u homogeneizar las individualidades; y esto inevitablemente nos genera conflictos.

En el mundo de hoy, el trabajo ya poco tiene que ver con la fuerza física o la verdadera productividad. Poco a poco herramientas construidas por nosotros mismos nos han permitido empezar a liberarnos de aquellas tareas que nos resultaban pesadas e incluso nos fueron permitiendo hacer cosas que antes nos resultaban imposibles. Y no sólo en el ámbito de las tareas que requerían esfuerzos físicos, sino también máquinas que permiten cálculos mas precisos a velocidades increibles, que evidentemente nos superan en capacidad. Por lo tanto el trabajo y su conceptualización ha ido cambiando con el tiempo.

Evidentemente para una sola persona, es imposible producir y trabajar por cada cosa que uno quiere y necesita, de ahí que naturalmente uno tenga que intercambiar su trabajo por algo que efectivamente le sirva para obtener aquello que no le es posible individualmente. Así entonces en el mundo de hoy, con cada trabajo uno obtiene cierto valor (determinado por reglas artificiales y a veces arbitrarias, creadas por el hombre) y con ese valor, uno tiene la posibilidad de usarlo para satisfacer y alcanzar aquello que quiere y necesite. Lamentablemente, la realidad nos muestra que este mecanismo no funciona para todos, por la característica artificial y limitada de las reglas que lo regulan, además de generar y perpetuar la desigualdad y la estratificación social. Por lo tanto, como vimos anteriormente, si algo no funciona para todos, inevitablemente nos lleva a conflictos. Inclusive aquellos que tienen la suerte de lograr acceder a lo que quieren, viven con miedo e inseguridad por los conflictos que se generan al impedir el acceso a todos por igual. Cometemos el error de creer que la única solución posible es modificar o alterar ese sistema artificial, pero jamás lo ponemos en duda, casi como si fuese una realidad inalterable, cuando simplemente es algo creado por el hombre (y por visiones limitadas y parciales).

Entonces, es hora de asumir las verdaderas responsabilidades, no la responsabilidad de aceptar ciegamente las leyes y los juegos del hombre. Venimos al mundo en un juego que nadie puede elegir, que es el juego de la vida y estamos regidos por leyes que no nos pertenecen y es nuestra responsabilidad de trabajar con ellas y asegurarnos que todos puedan cumplirlas.



Las verdaderas leyes y derechos:

Generalmente hay una creencia generalizada que una sociedad que no esté regulada por leyes creadas por el hombre nos llevaría al caos total, a nuestra destrucción. Es cuánto menos curioso aceptar esa creencia como verdad, cuando todas las criaturas sociales que no tienen la capacidad de razonamiento para establecer leyes artificiales, están siempre en un equilibrio que les permite su supervivencia.

Nuestra biología nos impone límites inquebrantables a nuestra libertad de elección. Cualquier decisión que vaya en contra de ella nos puede dejar fuera de ella. Por suerte ese mismo sistema de leyes nos provee un mecanismo de autopreservación que nos hace, generalmente, elegir aceptar sus leyes. Es el juego primordial de cada individuo, es el que nos permite ser parte de la vida y es nuestro fundamental derecho. Y no sólo eso, debido a nuestra característica social, que es una parte fundamental y necesaria en nuestra naturaleza, nos exige no sólo respetar el juego del otro, sino que es nuestra responsabilidad de asegurar que todos puedan jugarlo para asegurar nuestra especie. 
Quizás muchos podrían argumentar que no les importa el resto, por lo que no es su responsabilidad. Lamentablemente para aquel que saque esa conclusión, entonces siempre se enfrentará a conflictos, a miedos, al peligro, a la inseguridad que conlleva el no asumir esa responsabilidad y al impedir que eso se lleve a cabo.

Muchos tienden a simplificar el comportamiento humano al reducirlo unicamente al marco de nuestra supervivencia. Esto por supuesto genera argumentos válidos para justificar la competencia y el egoismo, algo denominado “La supervivencia del mas apto”. Esto puede ser cierto, y en cierta medida todos los tenemos en distintos grados, pero también hay muchísimas otras fuerzas que actúan en nuestro comportamiento, como por ejemplo la empatía o el afecto. Somos seres sociales, no creo que hoy alguien discuta este concepto, por lo tanto, no podemos ni debemos dejar de lado el análisis de la humanidad como un todo. La competencia en una especie está ligada a la supervivencia y es un mecanismo natural de regulación: si existe escasez aumenta, si existe abundancia se reduce. Asumir que es algo rígido e inalterable es erróneo y perjudicial. Nuestra especie llegó a un punto en el que ya no necesitaría competir para sobrevivir. Cualquiera que se ponga a investigar minimamente los logros científicos de los ultimos tiempos, se daría cuenta que tenemos la capacidad de generar abundancia para toda la humanidad, pero que no se lleva a cabo por el mismo y perjudicial sistema artificial que hemos creado para regularnos y controlarnos. Debemos dejar de una vez y para siempre la competencia para los juegos artificiales, nadie debería negarla ni controlarla, pero esos juegos no deben (ni pueden) perjudicar a otros. Juegos donde se pueda participar por verdadera elección y no por obligación o necesidad. Es absolutamente irreponsable y perjudicial seguir pensando que sólo necesitamos competir. Trabajemos entonces, en generar la abundancia que ya es posible con nuestras herramientas, nuestros recursos y nuestro conocimiento.
Si todos reconocemos que tenemos derechos y leyes que nos rigen que están dados por la naturaleza, hay que dejar de ser irresponsables y comenzar a cumplirlas. Aceptando y fomentando leyes y juegos artificiales que marginan, que generan conflicto, injusticia, corrupción, caos, guerras, violencia, destrucción ambiental y un sin fin de atrocidades, la realidad nos muestra que con estos sistemas jamás lograremos solucionar sostenidamente las problemáticas a las que nos enfrentamos.

Observemos cualquier sistema de la naturaleza que no haya estado perjudicado por la acción del hombre. Nadie puede negar el balance y el equilibrio al que están sugetos. Definitivamente algo pasa con el ser humano, porque esto evidentemente no se cumple. ¿No será justamente, ese afán por querer controlar y definir leyes artificiales, las causas de todo el caos al que nos vemos inmersos, lo que lo genera?. Después de todo, pese al que le pese, el ser humano es naturaleza, estamos inmersos en ella, nos valemos de ella y nos regimos con las mismas reglas.
No existen soluciones posibles, desde ningún punto de vista, que conspiren con estas leyes tanto medioambientales como las leyes biológicas individuales.
Generalmente todo adulto reconoce que llega un momento que debe asumir responsabilidades para poder construir la vida que desea. Entonces, basta de ser irresponsables, de jugar a los jueguitos y comencemos a trabajar de una vez

Seguimos menospreciando a la raza humana asumiendo que lo único que nos permite avanzar, que nos motiva, son sistemas artificiales de premio y castigo. Extrañamente las mas maravillosas expresiones, los mayores avances, los ejemplos mas inspiradores y maravillosos que se han producido, no tienen absolutamente nada que ver con este sistema, puede que ahora se hayan fundido dentro de este sistema, pero no es el verdadero motor. Podríamos nombrar muchísimas personas que han aportado valiosísimas contribuciones a la humanidad y que vivieron en condiciones precarias, subsistiendo, sin mayor premio mas que el aporte en sí. Si este sistema fuese verdaderamente universal no existiría por ejemplo el Open Source o cualquier otro proyecto que se ha desarrollado y se desarrolla con fines desinteresados, sólo por el hecho de aportar, de compartir, de ayudar o simplemente de disfrutar de nuestras capacidades. En todo caso, aquel que unicamente se sienta motivado por estos juegos de premios y castigos, que siga jugando, pero no se concibe que pueda impedir a la gente que quiere trabajar en serio.
Los sistemas de premio y castigo creados por el hombre son simples jueguitos, nada más. En todo caso, en el juego de la vida, el único premio es la vida plena, la felicidad y el único castigo es no poder perseguirla. Sentemos las bases para que verdaderamente todos tengamos la libertad y la capacidad de perseguirla, ese es nuestro verdadero trabajo. Dejemos de obligar a la mayoría a jugar a juegos imperfectos y arbitrarios donde su vida depende de ellos, aseguremos la libertad de que cada uno pueda elejir su juego.

Otro concepto absolutamente arraigado es el concepto del mal. Casi todo el mundo asume que siempre van a existir personas malas, el malvado hombre es inevitable, dicen. Esto quizás puede ser cierto, aunque definitivamente si observamos la naturaleza y los organismos que están en ellas, sin contar al hombre, ese concepto se desvanece.
Creer que el mal tiene algo así como identidad propia, es ignorar cómo ese concepto ha cambiado a lo largo de nuestra historia. Prácticas que hoy nos parecen atroces y absolutamente malvadas, tiempo atrás se consideraban normales, buenas y hasta se promovían.
Hay una hipocrecía generalizada que es absolutamente increible en el mundo de hoy. Generalmente la gran mayoría considera que matar es malo, pero permitimos guerras, permitimos y sostenemos sistemas que promueven desigualdades que generan violencia y muerte. Si todos asumen que matar es malo, entonces no se concibe bajo ningún pretexto el desarrollo de armas, máquinas de matar. Claro que si seguimos sosteniendo sistemas cada vez mas desiguales, cada vez mas restrictivos, mas arbitrarios, la única respuesta es más violencia y más muerte.¿Quieren violencia, quieren muerte? Desarrollemos juegos absolutamente inmersivos y realistas que satisfagan esa supuesta necesidad, si fuese cierto, pero es imperioso que entendamos que ir contra la naturaleza es ir en contra de las verdaderas leyes y derechos que es necesario que comencemos a cumplirlas.

Todos los comportamientos aberrantes que vemos todos los días, son generados o bien por el contexto, la educación, las experiencias vividas; o bien por una cuestión médica. Pero absolutamente todos aprobamos el condenarlos, a quitarlos del sistema. Creemos que es más fácil echarle la culpa a la realidad del que llevó a cabo el hecho, que a condenar al inculpado. ¿Es realmente más fácil responsabilizar al contexto, a su realidad; en vez de responsabilizar al culpable? Condenarlos significa unicamente analizar y estudiar el hecho que se llevó a cabo, nada más que eso. En cambio poner en estudio y análisis el contexto, sus experiencias, su realidad, su educación, etc. requiere un estudio mucho mas profundo y que pone en juego no sólo al que llevó a cabo esa conducta aberrante, sino a todo el sistema que todos apoyamos a sostener, que tomamos como verdad inalterable. Somos todos en cierta medida cómplices, al menos cómplices indirectos y mayormente inconcientes. Trabajar para reducir los comportamientos aberrantes que se generan, no se trata de escribir leyes artificiales cada vez mas privativas, duras y severas que castigan unicamente al responsable. Esto jamás nos trajo ni nos traerá soluciones, son sólo parches temporales, no hacen absolutamente nada por evitarlas. La mayoría de los psiquiátras que se han detenido a estudiar a las personas mas violentas, atroces y sádicas, interesándose por investigar sus vidas, descubren que usualmente tienen experiencias que sobrepasan el sadismo, la perversión y la violencia que ellos han generado. ¿Cómo pretendemos que alguien valore la vida de los demás si el mundo está lleno de ejemplos dónde la vida carece de sentido? ¿Donde ni siquiera aquellos que supuestamente tienen la responsabilidad de asegurarse que eso suceda se preocupan por esto, justificando guerras, violencia y muerte. En todo caso, si descubrimos verdaderamente que existen comportamientos aberrantes sin justificación (cosa que con los sistemas artificiales y contexto actual es imposible), simplemente serían problemas médicos a resolver, no legales, ni éticos, ni morales.


La verdadera libertad:

Isaiah Berlín, un pensador liberal, allá por el año 1958 publicó uno de sus artículos más influyentes. En ese artículo él exponía dos conceptos de libertad que obviamente están estrechamente vinculados: la “Libertad positiva” y “La libertad negativa”. Para resumir muy brevemente, la Libertad positiva es “lo que se puede hacer” y la Libertad negativa todo “lo que quiero hacer”. Lamentablemente, esos conceptos siempre se han utilizado dentro de las estructuras ya establecidas (artificiales, parciales, subjetivas, ideológicas y, sobre todo, imperfectas).
La Libertad positiva para funcionar, presupone uniformidad de todos y cada uno de los integrantes de una sociedad, para que acepten los límites de esa libertad. El patriotismo, las leyes del hombre, el fanatismo, valores morales, las instituciones religiosas etc. son las únicas herramientas que el hombre ha utilizado para intentar unificar e igualar a los seres humanos, y así, justamente establecer los límites de esa libertad (que como vimos jamás funcionarán por ser justamente idealistas y utópicos, puesto que es imposible conseguir uniformidad en toda la raza humana e inevitablemente nos conduce a los conflictos). Generalmente es la que ha justificado régimenes sumamente represores y autoritarios y es la que ha desencadenado revoluciones sangrientas y violentas.
La libertad negativa es la fuerza motora mas fuerte del ser humano e imposible de controlar completamente, es aquella que suele cuestionar y reaccionar ante la Libertad positiva. Es la que se utiliza como excusa y justificación para la violencia, el egoismo, la competencia, la guerra. Justamente este concepto es el que se ha implementado en la economía (la economía de libre mercado) y de ahí su amplia aceptación y popularidad. Pero que justamente al estar estrechamente ligada a las reglas y leyes artificiales (por ende dentro de una Libertad positiva artificial), generan caos, desigualdad y corrupción desenfrenada; lo que lleva inevitablemente a reducir, controlar, regular, y reprimir cada vez más la libertad negativa; llevándonos irremediablemente a una Libertad positiva estrecha, pequeña y sumamente limitada que conlleva siempre al conflicto. A esto hay que sumarle el conflicto que genera que estas libertades no son iguales para todos debido a la estratificación de la sociedad (promovida una vez más por las leyes del hombre), por lo que inevitablemente también nos traen conflicto tanto para los beneficiados, como para los desfavorecidos.
Ahora bien, este camino sin salida, esta supuesta paradoja que parece no tener solución, pocas veces se ha analizado seriamente.

Ambos conceptos de libertad tienen límites que nadie ha impuesto, son los límites de las leyes naturales. La libertad positiva tiene relación con el entorno, lo que nos sustenta, a lo que podemos tener acceso y la libertad negativa simplemente se tiene que poner en sintonía con la libertad positiva, por ende, con las leyes naturales. Si para una persona, su libertad incluye la competencia, si es un deseo incontrolable, entonces construyamos juegos que den esa posibilidad, pero que sea una elección, no una obligación, que no dependa la vida de ellos (de uno, de pocos, de muchos o de todos). Encaminémonos para asegurar la vida, el acceso a las necesidades y los deseos de todos. Si hacemos esto, los conflictos se transforman en diversión, en algo sumamente positivo, como exactamente hacen los deportistas.

Tenemos una herramienta maravillosa para aumentar la libertad positiva a niveles que ni siquiera nos imaginamos, que no controla, sino que nos expande los límites, que no nos obliga, sino que nos da la libertad de elegir verdaderamente, que no nos conduce, sino que nos da opciones. Esto no es ni mas ni menos que la tecnología. La ciencia aplicada (que es la manera de usar las leyes naturales de la manera mas efectiva, práctica y beneficiosa posible) nos expanden nuestras libertades. Incluso aquellos que rehusan de la tecnología, que no la quieren, tienen la opción de hacerlo, no existe la obligación en la tecnología, sólo opciones. La tecnología no tiene identidad propia, no tiene ideologías, no tiene preferencias, ni compite, ni controla, ni destruye. El hombre es el que destruye, controla, compite, usando la tecnología. Es el que la limita por los intereses dados en estructuras ficticias y arbitrárias.
Un político, una empresa, una corporación, un gobierno, hoy puede decidir qué se contruye y qué no, pero definitivamente ninguno de aquellos que toman las decisiones (con apoyo de la mayoría o sin él) saben realmente cómo construirlo, de que manera es la mas eficiente y generalmente sólo la construyen para que estén disponibles para algunos, no para todos.

Si existe una manera mas eficiente, mas duradera, de contruir un sistema de purificación de agua no existe ninguna desición para tomar, todos estarían contentos de tener acceso a ella, o en ultima instancia, de poder acceder a ella si quieren. Entonces, tener intermediarios entre la tecnología que nos hace nuestra vida mejor, mas libre, mas sana, es absolutamente innecesario y terriblemente perjudicial.
La creencia nosciva de asumir que la tecnología nos deshumaniza no tiene fundamentos desde ninguna perspectiva. O mínimamente es un argumento hipócrita, puesto que en la actualidad todos disfrutan de sus celulares, del agua potable que circula por sus casas, de la enegría eléctrica, del televisor, y de miles de objetos tecnológicos. La deshumanización es lo que vivimos hoy en día, el caos que generan las leyes arbitrarias, parciales, injustas, limitadas. Basta con mirar cualquier noticiero con cualquier orientación ideológica para evidenciarlo. La educación de hoy en día es la herramienta mas deshumanizadora que existe, nos enseñan a ser autómatas durante toda nuestra vida, nos dedicamos a tareas repetitivas para intentar subsistir, tareas que fácilmente se sustituyen con tecnologías que permiten mas eficiencia y mejores resultados. El uso de la tecnología no es una obligación, es una opción. Es la fuerza y la herramienta mas liberadora que tenemos. Es la que nos permite lentamente acceder y a cumplir nuestros sueños.
Mas maravilloso aún, es el hecho de que la tecnología y la ciencia aplicada detrás de ella no es perfecta, lejos está de serlo; pero se reconoce así misma como imperfecta y constantemente se la mejora, se expande, evoluciona y no tiene nada que ver con las ideologías y creencias de los seres humanos, por lo que no va en contra de nadie. En todo caso, todo avance tecnológico que conspire contra una creencia, simplemente constituye una opción más, no una obligación.

Es nuestro trabajo y nuestra obligación que las opciones estén disponibles para todos, que todos puedan verdaderamente elegir utilizarla o no, que no se le limite o restrinja el acceso a nadie de ninguna manera.


La verdadera economía:

Desde el inicio de la era espacial hemos tenido la posibilidad de contemplar y admirar esa bola azul que nos sostiene. Ese pedazo de roca suspendido en el espacio es lo unico que nos mantiene, que nos sustenta, que posibilita nuestra existencia.
Tenemos una cantidad ya determinada de recursos para sustentarnos, un catálogo finito de materiales. Pese al que le pese, las leyes que regulan este hogar global existen y están en un frágil equilibrio. Es imperioso y fundamental que comencemos a respetarlas si no queremos que los problemas y las consecuencias de nuestra irresponsabilidad lleguen a un punto en que nos sea imposible revertirlas. Muchos pueden llegar a negar la existencia de dichas consecuencias, pero las evidencias están ahí para cualquiera que se moleste en analizarlas. Todos los organismos, forman parte de ese equilibrio, no estamos solos en nuestro planeta y no sólo eso, dependemos de todos los demás organismos para que nosotros podamos seguir existiendo, puesto que formamos parte de ese equilibrio.
Esta conclusión no es una creencia o visión hippie, new age, ecologista o de cualquier manera que quieran catalogarla, es una realidad demostrada por gente muchísimo más capacitada que cualquiera que le ponga etiqueta o la cuestione. Y como hemos visto, pueden tranquilamente seguir etiquetando las cosas como quieran, pero eso no modifica absolutamente nada, “la realidad es”, después le podemos dar el valor y la etiqueta que queramos, pero eso por sí solo, no hace absolutamente nada por la realidad y las leyes que la gobiernan.

No es posible seguir sosteniendo, propiciando y alimentando una economía artificial y ficticia que va en contra de esto. Es una irresponsabilidad que nos afecta a todos, incluso a aquellos con mayor poder dentro de este juego artificial. Tarde o temprano, a todos nos va a golpear en la cara las consecuencias y no habrá ningún poderoso multimillonario, ningún gobierno o país super poderoso, ni siquiera toda la humindad por fin unida, absolutamente nadie, que pueda revertirlo cuando eso finalmente pase.
El punto de no retorno, ampliamente estudiado por prestigiosos científicos, está cada vez mas cerca. Por más que muchos lo nieguen, e incluso si estos estudios llegasen a ser falsos, no tardaremos en alcanzarlo si seguimos sosteniendo y propiciando estos juegos irresponsables. No es una idea fatalista, ni nada parecido: es investigación. En todo caso, aquellos que se rían de esta posibilidad, que aseguren que esto no es así, en vez de hablar y cuestionar estos datos, podrían dedicarse a aprender, a conocer, investigar y estudiar las leyes que regulan la biomasa y los ecosistemas para poder mostrar evidencias que lo desmientan. Sin eso, lamentablemente para ellos, deben asumir lo que otros expertos dicen o correrse a un costado, seguir jugando a los jueguitos y dejar trabajar a la gente verdaderamente responsable
Una economía verdaderamente sustentable no puede estar ajena y ciega a esta realidad. Los límites económicos ya están dados y lo único que nos permite ampliarlos son las tecnologías. Pero la tecnología usada inteligentemente, responsablemente, considerando el impacto que genera en este equilibrio frágil, esforzándose por evitarlo sin restricciones y no porque sirvan a intereses que están dados unicamente en estos juegos tan irresponsables que hemos creado. Sigamos jugando si ese es el deseo, pero mientras tanto, dejemosle lugar a la gente que tenga verdaderamente las herramientas para trabajar.

Hoy por hoy (no mañana, ni en un futuro cercano, sino exactamente hoy) si no hubiese absolutamente ningún impedimento monetario y si esto no fuese un verdadero problema dentro de este sistema artificial; no existiría ninguna fábrica que no esté absolutamente automatizada, produciendo las 24 horas del día, los 365 días del año. Todos los trabajos de extracción de recursos y producción de artículos e incluso muchísimos otros, hoy podrían estar absolutamente automatizados practicamente sin intervención humana, salvo para tareas de inspección. Y aunque esto todavía no se implemente por ser tecnologías, todavía, monetariamente restrictivas; el mismo sistema fallido promueve y lleva inexorablemente a que vaya sucediendo cada vez con mayor velocidad. El famoso desempleo tecnológico.

No existe solución dentro de este sistema. Ningún parche, ninguna modificación a estas reglas puede solucionar verdaderamente y sostenidamente todos y cada uno de los problemas que surgen a partir de este sistema. Se podrán establecer leyes más severas y restrictivas medioambientales, leyes antimonopolios, o todas las leyes que se les ocurran para intentar regularlo, pero el mismo sistema de premios y castigos generará siempre corrupción, siempre conflicto, siempre competencia y siempre la necesidad de obtener el mayor beneficio a cualquier precio. Pero no hay que confundirse, no importa cuán “malas” sean las personas que controlan esta economía artificial, que inmorales, que despreciables, o todas las etiquetas que le quieran poner. Ellos están en un juego y buscan ser los mejores. Y dado que ganar o ser mejor en este juego, justamente te permite mayor libertad tanto positiva como negativa, es una respuesta razonable y natural para ellos. Lamentablemente todos asumimos que ese juego es el unico posible, cosa que es una falacia tan popularizada que está asumida como verdad incuestionable.

Sustituir el trabajo por tecnología es inevitable. La tecnología tiene la capacidad de ofrecer muchísima mas eficiencia, mas velocidad, mas fuerza, mas precisión que cualquier ser humano. No necesita descansar, no necesita dormir, no exige beneficios, no se queja. Hay un concepto equivocado de que la tecnología nos esclaviza, que vamos a terminar esclavos de nuestra tecnología. Esos conceptos de ciencia-ficción infundamentados que muchos temen y que tan lejos están de la realidad (y una realidad que nadie ha comprobado). Es justamente lo contrario, es nuestro único y verdadero esclavo. Nosotros ordenamos lo que tienen que hacer y nos liberan de hacerlo. Hacen todo lo que nosotros no queremos hacer, lo que nos resulta mas pesado, mas repetitivo, mas tedioso, mas dificil; y por si esto fuera poco, nos da la posibilidad de utilizarla o no, cuando queremos. La calculadora no nos impidió que aprendiésemos matemáticas, el celular de hablar personalmente con alguien, el auto de caminar, etc. Nos ofrece alternativas, nos simplifican aquello que nos resulta forzoso o innecesario y nos expanden nuestra libertad positiva y negativa.

Es hora de verdaderamente comenzar a utilizar la palabra “economía”, optimizar los procesos, utilizar la tecnología eficientemente, fabricar de manera que el desperdicio sea el mínimo posible, de que todo desperdicio o bien pueda reciclarse o bien se procese para evitar la contaminación. Es la única manera de hacer economía, no hay distintas visiones u otros sistemas ficticios y arbitrarios que no son mas que jueguitos que ponen en riesgo la vida de nosotros y de todo el ecosistema. La disponibilidad y las existencias de los recursos están ahí. Las técnicas y las tecnologías ya existen. Es hora de ponerse a trabajar en serio.
Los problemas para que toda la gente tenga acceso a todo lo que quiere y necesita no son políticos, no son ideológicos, son técnicos. No hay que esperar a decisiones arbitrarias, hay que trabajar y solucionar los problemas, para que todos puedan acceder y elegir.
Las infraestructuras, las rutas de distribución, las redes eléctricas, de agua potable. Todo es técnico.
La única decisión como humanidad que tenemos que tomar, simplemente es querer comenzar a solucionar verdaderamente los problemas. No hay siete mil millones de maneras de solucionarlos, hay una sola y esa siempre es “la mejor manera”. Todos los problemas técnicos se deben encarar en estudios interdisciplinarios y holísticos, es irresponsable simplemente tapar agujeros. Hay que comenzar desde la raiz de los problemas, así eventualmente, iremos solucionando todos y cada de los problemas a los que todos y cada uno nos enfrentamos. Hagamos estudios globales que determinen la mejor manera que esto sea posible y hagamos sondeos individuales para entender que es lo que cada uno necesita.

No es magia y definitivamente no es de un día para el otro. Es una responsabilidad y un trabajo que es posible. Tomemos la situación actual como piso para así asegurarnos que nadie pierda nada en el proceso, respetemos los niveles de vida individuales para asegurarnos que no exista el conflicto y que nadie tenga miedo a perder.

Dejemos los debates filosóficos, ideológicos, políticos, religiosos para el marco del intelecto. Sigamos fomentando, si quieren, esos pensamientos e incluso usémoslos para proponer ideas (de manera abierta para que puedan ser estudiados por los expertos), pero dejen trabajar a los saben resolver problemas y aseguremos que tengan acceso a las herramientas y a los recursos necesarios, que nada tienen que ver con recursos monetarios o con los juegos del hombre.

No hay una manera comunista de construir un avión, no hay una manera democrática de edificar una casa. Hay técnica y ciencia aplicada.
Usemos como ejemplo los proyectos de Open Source, donde todos los expertos que quieran estudiar y comprobar las soluciones tengan la capacidad de hacerlo, e inclusive que cualquier ciudadano pueda verlo. Seamos transparentes y responsables de una vez por todas. La humanidad tiene que madurar si queremos seguir existiendo.

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